En el mundo del misticismo, los gatos son portadores de un poder mágico infinitamente superior al del hombre. Con toda probabilidad, esta creencia deriva de la adoración a la diosa Bubastis, con forma de gato, por parte de los antiguos egipcios. Éstos estaban convencidos de que los gatos tenían alma, y prueba de ello son los restos momificados de estos felinos, que se cuentan por millones, hallados en las excavaciones arqueológicas.
En la Edad Media, las brujas convirtieron al gato negro en un elemento imprescindible para efectuar sus rituales y hechizos. Hoy en día, los supersticiosos temen al gato negro que se cruza en su camino. Este hecho representa con claridad el conflicto que existía entre la Iglesia, la cruz y las prácticas paganas de la brujería.
viernes, 27 de junio de 2008
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